Mmm, para finalizar la serie del viaje en tren, no me queda mas que escribir las impresiones que dejo en mí esta pequeña aventura.
El paseo a bordo del Coast Starlight fue bastante entretenido. Más de lo que hubiera anticipado. El recorrido inicia haciendo una serie de paradas rápidas en cuatro estaciones, lo cual toma alrededor de 1 hora. Después, el camino se prolonga hasta completar el recorrido de más de 9 horas, durante las cuales el tren se adentra en el valle del noroeste de California; el paisaje colorido, marcado con un contrastante color amarillo va cediendo hasta dar paso a los viñedos y campos de cultivo. Ocasionalmente, el Pacifico hace un cameo a lo largo de la costa, y voluntarios del servicio de parques nacionales narra una tragedia sucedida en 1923. Pasamos también por áreas destinadas a pruebas de misiles balísticos, las cuales dejaron incontables cicatrices en el panorama. Otrora arboles, ahora astillas, flotan en un lago artificial creado por las lluvias recientes y un disparo exitoso. A pesar de su colorido, el lugar carga con una pesada vibra de sufrimiento, y el silencio sepulcral del llano parece ser perturbado únicamente por el constante y pasajero tintineo de las ruedas del tren.
El resto del trayecto pasa desapercibido, no por falta de panorama, sino por el obligado viaje dentro del ser. Ante tanta calma y belleza, solo se puede huir al interior de uno mismo en busca de realidades incomodas, a fin de contrastar con la realidad tan hermosa a través de la ventana. La calma llega de manera abrumadora, y sin darme cuenta, caigo en un sueño profundo…pero breve. Apenas 20 minutos bastan para recargar las baterías y seguir el viaje sumido en un trance de meditación/reflexión. Antes de lo esperado y con un retraso de una hora, he llegado a mi destino, y la última parada de este viaje.
"Y eso es todo lo que tengo que decir al respecto…"
Sale pues…